La Poza Encantada: hechizo de mujer

NVI Noticias

Hace dos años cobró una de sus más recientes víctimas, relatan pobladores. Un joven murió ahogado en el río San Felipe; la responsable, afirman, es una hermosa mujer que aparece en la poza en la parte alta del cauce, todos los días a las 12 del día, seguida de la aparición de una jícara.

Esta es una de las muchas muertes por ahogamiento, que son atribuidas a la leyenda de la Poza Encantada en el ejido Guadalupe Victoria, localidad de la agencia municipal de San Felipe del Agua, de la ciudad de Oaxaca.

“Hace como dos años que murió un muchacho ahí, se ahogó. Dicen que es por lo mismo, que el chavo vio algo muy bonito. Él era de la colonia Guadalupe”, relata Armando López, de 35 años de edad y quien vive a unos cuantos metros de la poza; pero que ahora, la zona se encuentra cercada por ser propiedad privada.

La muerte por ahogamiento de este joven, quien tenía menos de 18 años, narra, está llena de misterio: “Se le apareció una jícara con flores muy bonitas; dicen los testigos que le empezaron a dar convulsiones y ya no pudo salir del agua”. Con su muerte, dejó a una esposa que entonces tenía 16 o 17 años, cuenta Armando López.

La leyenda

La leyenda dice que hace muchos años, una joven muy bonita fue a bañarse al río. Era mediodía; mientras se bañaba, apareció una jícara que según algunos era de color rojo, lo cual llamó la atención de la joven y decidió tomarla para echar agua a su cuerpo con ella. Al hacerlo, empezó a invadirla una sensación extraña que la dejó sin razón, la paralizó y se ahogó.

Pasaron las horas y sus padres se alertaron por su ausencia. La buscaron sin éxito y preguntaron por cada una de las casas del pueblo, y lo único que lograron saber es que la vieron caminar hacia el río. Entonces emprendieron su búsqueda con la ayuda de los habitantes, recorrieron cada rincón del cauce y zonas aledañas, pero desapareció: el único rastro fue la extraña jícara roja en medio de la poza.

Desde entonces, las apariciones se volvieron comunes y muchas personas han muerto ahogadas, afirma Armado López, atraídas primero por la jícara y luego por una hermosa mujer que los llama y por la cual quedan encantados.

Mujer con «cola de pescado»

Tiempo después de la desaparición de la joven, dice la leyenda que unos hacendados acudieron al río para refrescar a sus caballos. A las 12 del día vieron a una mujer muy bella bañándose en la poza y decidieron esperar a que terminara, para meter sus caballos al agua. Ella, sin embargo, los invitó a entrar a la poza y por su belleza y su seductora invitación, no pudieron resistirse. Los que sobrevivieron, afirmaron que ocurrió algo espeluznante y estremecedor: la mujer tenía una enorme cola de pescado; sus compañeros no pudieron escapar, no pudieron salir del agua, algo había inmovilizado su cuerpo y se hundieron hasta ahogarse. Ese día, cuentan, los caballos también murieron; sólo, de pronto, dejaron de respirar.

“Cuando era niño, mi padre siempre me decía que no fuera por allí; y que se iba, que fuera después de las 12”, recuerda Pablo García Rodríguez, quien en la infancia se dedicaba a cuidar chivos, como muchos de sus compañeros; “nos decía que se aparecía una jícara en medio de la poza y que aparecía una mujer muy hermosa, que te llamaba y luego desaparecía. Muchos murieron ahogados”.

Pablo agrega que en la poza, esta hermosa mujer quedó inmortalizada en una piedra al tiempo que levanta sus manos para dibujar en el aire el cuerpo curvilíneo de una mujer. “Como éramos chamacos no hacíamos mucho caso e íbamos a pesar de las advertencias. Nosotros íbamos porque había un enjambre e íbamos a sacar la miel”, dice y sostiene que él sí la vio, cuando era chivero; “pero éramos varios”.

Rescatan a jóvenes

Hace 30 o 35 años, dice Armando López, unos jóvenes estudiantes lograron ser rescatados a tiempo. Ellos venían de excursión, según explica, y se metieron a bañar al río y de la misma forma que cuenta la leyenda, empezaron a hundirse y sus cuerpos quedaron inmóviles; lograron, sin embargo, ser salvados gracias a que un poblador del ejido Guadalupe Victoria pasaba por el lugar y les arrojó una soga para poder sacarlos: “cuando entraron al agua sentían que alguien los estaba jalando”.

Algunos afirman que en ocasiones, esta mujer también se aparece en forma de culebra a las ocho de la mañana, al mediodía y a las ocho de la noche.

Armando López cuenta que hay muchos misterios en torno a la poza encantada y al cerro del Ejido Guadalupe Victoria. “Se dice que allí”, dice señalando hacia una parte alta del cerro, “colgaron a mucha gente antes, en las batallas con los españoles”. Hasta hace algunos años, cuando era niño, era posible encontrar los casquillos de balas antiguas.

También ocurren otros fenómenos sobrenaturales, detalla. “Eso sí yo lo vi, hace como diez meses”, dice y señala hacia una parte del camino que está a cerca de cien metros de su casa: “Venía para mi casa, en la moto, cuando escuché que se estaba quemando (el bosque), ya ve cómo truena cuando el fuego quema la hierba. Eran como las diez o diez y media de la noche. Volteé y vi cómo estaba ardiendo todo, avisé a mis papás y familiares. Ellos también vieron cómo ardía, nosotros llegamos a ver el fuego, entramos a la casa por herramientas para tratar de apagarlo y cuando salimos, ya no estaba el fuego”.

Poza encantada, privatizada

Hace aproximadamente 10 años, un área de 17 hectáreas del Ejido Guadalupe Victoria fue comprada a los ejidatarios por un conocido empresario. Dentro de estas tierras se encuentra la Poza Encantada y la piedra con el curvilíneo cuerpo de mujer, que describen los pobladores y a la que rodea todo un misterio.

Armando López afirmó que en el contrato de compra-venta se acordó que a partir de entonces los ejidatarios no tendrían ningún derecho sobre estas tierras, ni siquiera a pasar por ellas. Ahora, estas 17 hectáreas están cercadas por una malla ciclónica.

Según la Fundación Harp Helú, esta es una reserva ecológica en donde crecen 14 mil nuevos árboles y plantas de diferentes especies endémicas, «que es ya un pulmón de la ciudad». La reserva está dividida por una cañada formada por los escurrimientos de agua del Cerro San Felipe.

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