*Un hombre que basó su éxito en esfuerzo y trabajo y que lo convirtió en el mejor basquetbolista de todos los tiempos
Azteca Deportes
«He fallado más de 9.000 tiros en mi carrera. He perdido casi 300 partidos. 26 veces han confiado en mí para tomar el tiro que ganaba el partido y lo he fallado. He fracasado una y otra vez en mi vida y es por eso que tengo éxito”, es la frase que identifica a la perfección a Michael Jordan, una verdadera leyenda viviente.
Y es que la la vida de Jordan ha estado llena de trabajo y esfuerzo, dos cosas que lo han llevado hasta lo más alto del básquetbol. Ganador de seis anillos con los Chicago Bulls, 10 veces nombrado como el mejor quinteto de la NBA y cuatro oros en los Juegos Olímpicos son algunos de sus triunfos.
Pero la carrera de Michael no arrancó como él quiso. Su primera decepción la sufrió cuando fue rechazado en un colegio por ser bajito. Sin embargo no se dio por vencido y con ese coraje se planteó llegar a la NBA y ser uno de los mejores jugadores de la historia. Lo logró.
Su punto máximo lo alcanzó con los Bulls, equipo que lo convirtió en su estrella, su referente y su máxima estrella. Con un elenco rodeado de grandes estrellas como Scottie Pippen, Denis Rodman y liderados por su padre deportivo, Phil Jackson, pusieron en lo más alto al equipo. Una estatua suya figura fuera del estadio de los Bulls: «Jordan se convirtió en sinónimo de Chicago y entregó a la comunidad una fuente de orgullo internacional que rara vez experimentaba. Chicago a menudo se asociaba con Al Capone, un gángster, y al mal. Por Jordan, Chicago se asoció a la excelencia», contó Samuel Smith, periodista de Chicago, quien también escribió su libro.
«Su Majestad» confiaba tanto en su calidad y talento que se dio el lujo de probar en otros deportes: el béisbol y el golf. El 4 de marzo de 1994, durante su retiro parcial del baloncesto, Michael Jordan apareció en el diamante en un partido no oficial con los White Sox, donde causó gran sensación. Jordan probó en esta disciplina por una promesa que le hizo a su padre, antes de que este muriera. A pesar de que no llegó a jugar en grandes ligas, el propietario del equipo y tambien dueño de los Bulls lo usó en partidos de exhibición.
Otro deporte en el que probó fue en el golf, donde lo hace más por diversió, pero no por eso le gusta perder, es competitivo en cualquier instancia: «Tiene una competitividad maníaca. Una vez estabámos jugando al golf y el juega bien pero no es grandioso. Y venía mal en ese partido. Y esperó que la gente lo reconociera y se llegara al último hoyo. Ante toda la gente ahí viéndolo, hizo la gran jugada con un putt de 30 pies. Ese es Jordan, quería ganar hasta en las conferencias de prensa con los periodistas», reveló Smith.
Sin embargo, el norteamericano también tuvo momentos difíciles en su vida. Uno de ellos y el más sonado fue su divorcio con Juanita Vanoy, considerado uno de los más costosos de la historia, pues tuvo que pagarle el equivalente a 200 millones de dólares. También en 1985 los tenis que Jordan usaba, de color negro con rojo, fueron censurados por la NBA, pues según ellos violaban los códigos de la liga. Lejos de perjudicar al jugador y a la marca deportiva, fue benéfico pues se vendieron como pan caliente.
Antes de su retiro oficial, se dio el lujo de jugar en los Washington Wizards, donde en un juego llegó a alcanzar los 58 puntos a sus 38 años. Hoy, Michael Jordan vive pegado al equipo del que es propietario, los Charlotte Hornets, del que no se despega ni un momento; sigue jugando al golf y hace cosas como un hombre común y corriente: «Se qué cambia muchos pañales con sus hijas más pequeñas, ja», comparte Sam.
Ni la gripa, fiebre y un supuesto veneno que le pusieron a su comida en el quinto juego de la serie ante el Utah Jazz de la temporada 1996-97 frenaron a Michael. Él era casi un dios en la duela, un hombre que gracias a su fortaleza mental y tenacidad se convirtió en la leyenda que es. Incluso hasta se dio el lujo de compartir pantalla con Bugs Bunny, el conejo de la suerte, solo que no se sabe quién le pasó la suerte a quien.