Cerro Igú: de lo sagrado a la explotación

*Los comuneros no quieren invasiones ni degradación.

NVI Noticias

En marzo del 2014, integrantes de la Asamblea del Pueblo de Álvaro Obregón se pronunciaron en el Congreso Nacional Indígena contra la invasión y extracción de minerales para la construcción en el cerro de Santa Cruz Igú, por ser un  sitio sagrado, histórico y comunal para los zapotecas.

Antecedentes

Ese mismo año, los integrantes de la Sociedad de la Santa Cruz Igú pelearon ante la autoridad municipal de Juchitán la protección urgente de 46 hectáreas de tierras donde se ubica el santuario; en ese entonces se logró colocar un portón en la entrada del complejo para evitar su saqueo.

En una imagen de Google Maps que utilizan los defensores de la zona, se puede observar que el cerro Igú tiene dos puntos de explotación en color blanco, la parte menos explotada es la que está en la zona de Juchitán, mientras que la parte más devastada es la que le pertenece a San Blas Atempa.

Es esta comunidad zapoteca, San Blas Atempa, la que hace un par de días denunció la explotación del cerro en su territorio por parte de la empresa Tradeco que construye el parque eólico de la Secretaria de la Defensa Nacional (Sedena), el material es utilizado para su obra.

Juchitán y San Blas, lo común

El cerro Igú está identificado en los documentos de los Bienes Comunales de Juchitán como mojonera natural entre San Blas y Juchitán, por lo que sirve como frontera entre ambas poblaciones; además, sirvió en tiempos de la guerra como campo de batalla, por lo que es zona histórica.

En la parte de Juchitán, el santuario de Santa Cruz Igú está ubicado  a un costado de la carretera que va de la Panamericana a Álvaro Obregón, agencia de Juchitán, a más de 16 kilómetros de la cabecera municipal.

Lo sagrado

En este santuario, los días 27 y 28 de noviembre, cientos de peregrinos acuden a pedir y agradecer favores al santo. El fervor, las mandas, las peregrinaciones, romerías y la fiesta popular convierten al santuario en un espacio donde se conjugan la fiesta religiosa y la feria popular. En el mismo lugar hay fervor y comercio.

En el 2014, Mariano Jiménez Vásquez, Lorenzo Sánchez Vásquez y María del Refugio Espinosa, integrantes de la mesa directiva de la sociedad religiosa, denunciaron que los dueños de tres ranchos que rodean el sitio: Julián Guerra, José Guerra y Benito Guerra, intentaron explotar el cerro principal de la zona sagrada, pero gracias a las movilizaciones y acciones mediáticas se frenó.

Para Edmundo Celaya, peregrino de la Santa Cruz Igú y defensor de la zona, el espacio debe de ser defendido no sólo por los blaseños, sino también por los juchitecos, porque la mitad les pertenece, además de ser uno de sus últimos santuarios de peregrinación.

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