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“Aquí la arena es brasa y eso que todavía no estamos en tiempos de calor”, comenta el pescador Armando Rojas Cantero en la playa del Océano Pacífico, al tiempo que se coloca unas sandalias de plástico para recoger sus artes de pesca.
Junto con dos compañeros, el hombre de mar ha pernoctado por cuatro días en este lugar a la espera de una buena captura, que no acaba de llegar. “Nosotros solíamos pescar en la Laguna Superior pero los vientos cerraron la bocabarra y ahora debemos venir aquí, cargar la lancha por más de 500 metros, traer agua de garrafón, esperar bajo el sol una buena captura”.
Pero estos no son los únicos problemas que ha generado el cambio de clima en el lugar, el pescador y campesino, Braulio Bartolo, informa que el año pasado la marea alta por poco inunda el pueblo. “Una noche las olas empezaron a romper hasta en los límites de la comunidad y la gente salió a colocar costaleras para tratar de impedir una inundación, eso sí causó mucho miedo porque nunca en la historia había pasado”.
LOS PESCADORES
Bajo un templete improvisado con una lona maltrecha y algunos palos, los tres hombres de la comunidad de Huamuchil se resguardan del intenso calor que alcanza los 30 grados centígrados, comentan que deben acarrear garrafones de agua para contar con líquido para beber. “Nada más para tomar, porque para bañarnos no hay”.
Dicen que se han visto obligados a pescar en el océano porque el cierre de la bocabarra disminuyó la reproducción de peces y camarón en la Laguna Superior, pues el mar lleva las larvas y huevecillos y desde hace años el agua de la laguna no se renueva; el agua está sucia, con muchas medusas y con lama, así no se puede trabajar”.
Agregan que ellos pretendieron abrir la bocabarra con pala pero los vecinos de Pueblo Nuevo volvieron a cubrir de arena la barranca, cuando ya terminaban la conexión.
-Además todo es peor con esta arena, que brasa parece. Señala Rojas Cantero ante la risa de sus compañeros.
-Esto es un brasa -insiste mientras con su mirada abarca la playa infinita-; corriendo andamos…
-Entonces está fuerte el sol…
-Y todavía falta, en abril y mayo, la temperatura aquí rebasa los 45 grados.
-¿Y cómo va la pesca?
-Poco, poco, hasta hoy agarramos como cien kilos de Sierra.
-¿Qué pescan?
-Sierra, Mantarraya, Jurel, Barrilete, Cocinero.
-¿Ha bajado la producción?
-Sí, a veces no se saca ni para la gasolina. Nosotros usamos bidones de 70 litros de combustible que nos cuesta mil 600 pesos y en ocasiones traemos hasta cuatro bidones para cada salida.
LA BOCABARRA
La delgada línea de fina arena que separaba las aguas salobres del mar océano y las dulces de la Laguna Superior del Golfo de Tehuantepec está convertida en un amplio playón. Las enormes piedras que alguna vez sirvieron de dique, terminaron expuestas en medio de las dunas de temperatura extrema.
El pescador Braulio Bartolo informa que la barra se cerró por efecto de los fuertes vientos que azotan cada vez más este lugar. “El viento levanta las olas y poco a poco éstas acarrean la arena que van depositando en la playa; otros vientos la van esparciendo y así las dunas le ganan espacio al mar y la laguna. Además, el viento también está desbaratando las lomas y los manglares que había acá, por lo que el canal de arena se ensancha cada vez más”.
-¿Que perjuicios les acarrea todo esto?
-En la temporada de lluvias llueve mucho y empieza a crecer la laguna, entonces el nivel de la laguna sube y comienza a salar el agua de nuestros pozos. Cuando estaba la bocana la laguna no crecía tanto porque el océano se llevaba el agua de la laguna y la mantenìa a cierto nivel.
Afirma que el cambio clima ha hecho más fuertes las lluvias en la región, “por eso pedimos a las autoridades federales y estatales nos ayuden a abrir la bocabarra porque no sólo nos afecta en la pesca, sino sobre todo en el abastecimiento de agua dulce”.
LA INUNDACIÓN
El pueblo de aproximadamente mil habitantes de Santa María del Mar está asentado sobre una extensión de la playa del océano. La arena es la base sobre la que vive, por eso el mar es un potencial peligro. En el 2018 la marea alta provocó que olas de considerable altura casi inundara la comunidad, desde entonces los habitantes comprendieron su vulnerabilidad.
El pescador Eustacio Reyes manifiesta que después de las lluvias subió la marea y el agua del mar entró en algunas casas. “Estábamos asustados porque se vía la ola que no se detenía ante nada y hasta la arena arrastraba; esto no se veía antes”.
“Tuvimos que poner costaleras y buscar cómo desviar el agua para que no afectara tanto a la comunidad, porque si se mete de lleno el agua todos los pozos que tenemos se llenarán de agua salada y no tendríamos agua dulce”.
Subraya que en toda la historia de la agencia municipal no había sucedido esto; “en previsión incluso se construyó una cuneta para que no sucediera esto, pero los fuertes vientos la taponaron”.
“En la temporada de lluvia sopla muy fuerte el viento; y ahí estábamos aguantándonos hasta que pasara el peligroso, gracias a Dios estamos bien; no sé en qué tiempo se fundó este pueblito pero aquí estamos y a la orilla del mar”.
Pidió a las autoridades municipales o estatales proporcionarles combustible para limpiar la cuneta y proteger a la comunidad, porque en los meses de marzo, abril y mayo las mareas son muy fuertes y están en riesgo. “Tenemos un tractor para remover la arena, pero necesitamos combustible”.