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El temor de que le pidan pagar estudios y medicamentos que ahora no puede costear, alejan a Tomasa Almaraz de cualquier intento de regresar con su hijo, Ulises, al Hospital de la Niñez Oaxaqueña doctor Guillermo Zárate Mijangos, donde hace un año fue intervenido por una fractura en el tabique nasal desde seis años atrás.
Su hijo, quien es un adolescente de 14 años que desde hace seis meses comenzó con problemas de la vista y en la nariz, le ha pedido a su madre que lo lleve al menos al Hospital General doctor Aurelio Valdivieso.
Tomasa, quien pasa la mayor parte del día en el zócalo de la ciudad para ganarse 200 o 300 pesos diarios por la venta de frituras, le ha explicado que visitar cualquier institución de salud implica pagar un dinero que ahora no tiene.
“Mi hijo dice que hay momentos en que ya no ve, pero si lo llevo al doctor voy a pagar consultas, estudios, medicamentos, de dónde voy a traer 800 o la cantidad que me pidan”, confiesa con el recuerdo de que hace un año, cuando hizo los trámites para la operación, “tuve que pagar 800 pesos por unos estudios que le sacaron en un disco”.
La sangría
La Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2018. señala que 31 mil 592 pesos es el gasto promedio trimestral en el millón 142 mil 792 hogares que existen en Oaxaca, pero el de la familia de Tomasa está 15 o hasta 45 por ciento abajo, dependiendo de lo que venda cada día.
Ese limitado ingreso hace que, a diferencia del promedio en Oaxaca que destina el tres por ciento de su ingreso a cuidados de la salud, Tomasa reduzca a lo mínimo el gasto a la salud.
Ese tres por ciento de gasto promedio por familia coincide con el tres por ciento de gasto público en salud de México para 2016, el más bajo entre los países de la OCDE con seis punto cinco promedio, según reporta el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Privaciones
En su documento Principales retos en el ejercicio del Derecho a la salud, que Coneval dio a conocer en abril pasado, se advierte que Oaxaca es una de las principales 18 entidades del país que concentran 172 municipios con más privaciones en salud. En total, en México 19 millones de personas no cuentan con acceso a servicios de salud.
“Si me enfermo, mando a comprar una caja de pastillas. Tengo Seguro Popular, pero usarlo implica pagar medicinas o estudios porque eso nunca lo cubre”, dice entristecida y sin entender que su incapacidad de pago le impiden gozar de su derecho al acceso a la salud.
“Hay días que me lavanto llorando, pero ¿qué le hago?”, se pregunta ella misma y hace se juzga de manera implacable: “Si mi hijo se muere, será mi culpa, pero no es por mi dejadez, sino porque no tengo dinero”.