*Corredor interoceánico, la promesa de Díaz
NVI Noticias
Hace 110 años el general Porfirio Díaz inauguró el tráfico interoceánico por el Istmo de Tehuantepec; como parte de las ceremonias de la apertura, -que duraron varios días-, arribaron dos buques a los puertos terminales de Salina Cruz y Coatzacoalcos con carga para los principales puertos norteamericanos del Pacífico y del Atlántico, el 21 de enero de 1907, relata la historiadora Doralicia Carmona.
Dos días más tarde, Díaz da la señal para que sea descargado el “Arizonian”, de 12 mil toneladas de registro y que transportaba azúcar procedente de Hawai con destino a Filadelfia. La grúa número cinco sacó parte de los bultos y los dejó cerca del ferrocarril; sobre la cerradura de los bultos Díaz puso los sellos fiscales que abrirán Coatzacoalcos para que los reciba el vapor “Lewis Luchebach” y los conduzca a Nueva York, su destino final.
Hoy se cumplen 110 años de la apertura de la ruta comercial del Istmo.
EL VIEJO SALINA CRUZ
8
Edificios
420
Casas habitación
14
Kilómetros de calles
161
Hectáreas de “Casa Redonda”
Con esta ceremonia se dio el “banderazo” de lo que se creía sería “La ruta comercial del mundo”, el multicitado corredor interoceánico en el Istmo de Tehuantepec. En un video filmado en esa época, que se puede encontrar en internet con el nombre (El Istmo, la ruta comercial del mundo), se aprecia cuando los barcos llegan al puerto de Salina Cruz y el general Diaz corta el listón inaugural de esta nueva ruta.
Para la ejecución de este proyecto, en 1898 se contrató a la Compañía Inglesa Pearson and Son Limited, quienes se comprometieron con el ejecutivo de la Nación a mejorar las instalaciones, construir y conservar los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, a cambio de explotar por 50 años las vías del ferrocarril que conectaba a ambos puertos.
La independencia de Salina Cruz
Con los resultados de estos trabajos realizados por la Compañía Pearson, Salina Cruz alcanza su independencia política y deja de ser agencia de Tehuantepec, para convertirse en municipio libre; naciendo así en las costas del Pacífico del Continente Americano, como una pequeña ciudad cosmopolita con alumbrado público, agua potable, calles pavimentadas, alcantarillado y drenaje, banquetas, telégrafos, un cable submarino transoceánico y automóviles; “un lugar donde razas de todo el mundo habitaban en casas de madera con techos de lámina llamadas Chalet; contaba además con una estación de ferrocarriles de fachada inglesa y la convergencia de consulados de América y Europa” relatan los historiadores.
Istmeñas descienden del camión después de la venta.
La población en Salina Cruz pasó a ser de 50 personas a más de cinco mil habitantes y la infraestructura de la ciudad contaba con: ocho edificios, 420 casas habitación, 14 kilómetros de calles embanquetadas aunque sin pavimentar, en una superficie de 161 hectáreas de terreno dentro de las cuales se edificó un edificio llamado “Casa Redonda”, que servía como taller para la reparación de las máquinas del Ferrocarril.
Entre las obras de construcción y adaptación contempladas y ejecutadas por la Compañía Pearson and Son Limited en el Puerto de Salina Cruz fueron: El faro de Salina Cruz, los malecones o rompeolas este y oeste, el antepuerto, la dársena o Puerto y el Dique Seco, el Astillero, el ferrocarril Nacional de Tehuantepec, cobertizos, Casa de Energía Eléctrica y líneas; Patio Terminal, Dragado, entre otras; de las cueles se reportó el costo de 45 millones de pesos plata mexicana.
La casa de Juana Catalina Romero, a unos metros de las vías del ferrocarril en el Istmo de Tehuantepec.
Pero la ruta no prosperó como se tenía previsto, debido el azolve continuo del puerto, que trajo como consecuencia la paralización de las embarcaciones de alto calado, lo cual fue motivo de la decadencia inicial del puerto en 1911, y posteriormente la apertura del canal de Panamá en 1914, se llevó el tráfico internacional que en nuestro País ya se sentía inseguro y sin garantías ante la lucha armada de la revolución interna que se generaba en la nación.
Ante tal situación y las pérdidas cada día mayores de los Ferrocarriles Nacionales de Tehuantepec concesionadas a la compañía Pearson and Son Limited por 50 años, ofertó al gobierno la devolución de las obras y manejo del Ferrocarril y así el 5 de febrero de 1918 fue cancelado el contrato con la Compañía Pearson and Son Limited.